Inma Díaz
Inma Díaz
“Durante años trabajé en un entorno donde lo humano pesaba menos que los números. Hasta que entendí que mi voz no cabía en sus márgenes.”
Sobre mí
Siempre supe que quería que el sol formara parte de mi horizonte.
Para mí, representa sentir, renacer cada día y poder elegir sin estar condicionada por etiquetas, ritmos impuestos o juicios ajenos.
También me gusta la lluvia. Sobre todo cuando huele a petricor y, al final, aparece el arcoíris. Porque así ha sido mi trayecto: lleno de días grises, momentos inciertos y destellos —pequeños, pero insistentes— que me empujaron a seguir.
Estudié Empresariales. Entré en el sector financiero con veintidós años y allí pasé más de dos décadas, entre operaciones, objetivos y estructuras que cada vez sentía más ajenas. Me impliqué. Aprendí. Crecí. Y, sin embargo, algo dentro de mí pedía más. Siempre he sentido una inclinación natural por acompañar, comunicar, compartir lo que sé y escuchar.
Durante esos años, asumí la maternidad por decisión propia. Aunque conté con el apoyo de mi familia, aprendí a sostener muchas cosas desde mí.
Y justo cuando aposté por formar una familia, empezó a tambalearse lo que creía firme: llegó la venta por menos de un café de máquina de la entidad donde trabajaba, los despidos, el silencio del sistema, los EREs, la invisibilidad profesional a partir de los cuarenta. No fue fácil. Fueron años de pérdida, ansiedad y resistencia.
Pero también fueron años de búsqueda.
Mi hobby, mi pasión, me llevó a formarme. Y con los años, fundé Corazón Canino, un proyecto que nació del amor por los animales y acabó enseñándome más sobre las personas que cualquier despacho.
Descubrí la educación emocional, la Disciplina Positiva, y entendí que acompañar desde el respeto no solo transforma a quien recibe, también a quien acompaña.
En enero tomé una decisión clara: cerrar una etapa. No como huida, sino como acto de coherencia. Ya no quería ser parte de un sistema que se había olvidado de lo humano.
Hoy sigo avanzando. Sigo aprendiendo. Comparto lo que vivo y escribo sobre lo que me atraviesa. Acompaño a personas y perros. Y, sobre todo, me acompaño a mí misma con más calma que antes.
No te hablo desde una cima.
Te hablo desde un punto de partida.
Esto no es una historia de éxito.
Es una historia real.
Y si tú también estás empezando de nuevo, aquí hay un sitio para ti.